SISTEMA
EDUCATIVO FINÉS
ETAPAS ESCOLARES
1.
Guardería: De los 6 a los 7 años (iniciación a la educación primaria)
2.
Educación Primaria: Va de los 7 a los 16 años (es obligatoria)
3.
Educación secundaria: de los 16 a los 17 años, Los estudiantes pueden elegir entre una formación profesional
y/o prepararse para futuros estudios en una escuela politécnica o universidad.
Su duración varía entre los 3 y 4 años.
4.
Escuela Politécnica: Forma parte de la educación superior al igual que las
universidades (grados académicos) pero se diferencia de ellas porque su enfoque
se centra más en la parte práctica y aplicada.
5.
Universidades: La
educación universitaria es más teórica, amplia y extensa, pero también más
completa.
Todas estas etapas escolares o proceso formativo
Finés son completamente gratuitos, todos los implementos requeridos en ellos
son costeados por el estado al igual que el transporte. A los estudiantes de
guardería y educación primaria se les da una comida diaria que cubra la tercera
parte de las necesidades de alimentación requeridas, y a los estudiantes de
educación superior (politécnicas o universidades) el estado les proporciona una
asignación mensual.
Finlandia no siempre ha sido uno de los países más
competitivos del mundo. De hecho, al término de la Segunda Guerra Mundial
podría decirse que era más bien pobre. Sin embargo, sus ciudadanos han sabido
superarse y en no muchos años han logrado construir una economía fuerte que les
permite disfrutar de un elevado nivel de vida. Para explicar por qué podríamos
centrarnos en el buen funcionamiento de sus instituciones públicas, su
capacidad de innovación o su buen sistema de salud. Pero, sin duda, una de las
razones principales es su sistema
educativo.
Desde hace años, Finlandia se sitúa siempre en los
primeros puestos en los resultados del Programa Internacional
para la Evaluación de Estudiantes (PISA). En la última edición, era
el país europeo mejor clasificado con cierta diferencia y el único que tenía
una puntuación equiparable a los asiáticos más exitosos, como Corea o Singapur.
El país nórdico ha conseguido encajar todas las piezas del rompecabezas y ha
creado un sistema en el que ningún
alumno queda excluido. No lo ha logrado con normas centralizadas, sino a
través de un sistema que da una gran autonomía a los centros y en los que sus
profesores son los que controlan los planes de estudios. Todo ello, enmarcado
en una ley de educación estable, que no se cambia con el color del gobierno de
turno.
En Finlandia buscan la igualdad de oportunidades,
lo que no quiere decir que se les dé a todos lo mismo. Los profesores se
esfuerzan desde los primeros años para que ningún niño se quede atrás; esto
sucede en todos los colegios de Finlandia.
El 95%
de los centros son públicos. Y la enseñanza es gratuita, así como el
material y el comedor. Eso sí, los padres pueden elegir el colegio que más les
guste, no el que les toque por cercanía. Si está a más de cinco kilómetros de
su domicilio, también se les paga el transporte. Al final, la realidad es que
suelen elegir el colegio que está más cerca de su casa, porque saben que
cualquiera ofrece un altísimo nivel.
Para conseguir ser los mejores, los niños de Finlandia no están más horas, ni empiezan antes. En este país la educación obligatoria comienza a los siete
años, ya que se considera que es entonces cuando el niño comienza a
tener una cierta madurez para poder asimilar los conocimientos explicados.
Los alumnos
comienzan con las asignaturas más sencillas como educación física y
su lengua, el finés. Más tarde, llegarán las matemáticas, ciencia, historia y
lenguas extranjeras. Y es a los
diez u once años cuando comienzan a recibir calificaciones numéricas
por estas materias. Las notas las pone, durante los primeros años de su
educación, un único maestro, que vela por que ningún alumno quede excluido.
Una de las características más importantes del
sistema finés es que cada colegio tiene su propia organización en función de
sus necesidades. Aunque pueda parecer algo desorganizado que cada centro tenga
autonomía para decidir acerca de su programa de estudios, no es así.
En Colombia los programas educativos los establece
prácticamente en su totalidad el gobierno, sea central o autonómico. Pero en
Finlandia, el gobierno central tiene un
porcentaje bajo en la organización del plan curricular. El que toma
la decisión sobre lo que se va a hacer es el municipio, y luego el profesor.
Por lo tanto, hay una autonomía en cada centro enorme, que permite que la
educación se centre en las necesidades de los alumnos. En Colombia tenemos la
sensación de que si todos somos iguales y hacemos el mismo plan será mejor,
pero puede que no. Aunque parezca mentira, salen muy bien preparados y de
manera muy homogénea".
Al darle autonomía y confianza a cada centro el
Gobierno no está pendiente de presentar planes de estudios que se adapten a su
ideología o de cambiar los que ha impuesto el anterior Ejecutivo. Además, como
nos comenta Javier Melgarejo, "el parlamento finlandés tiene muchos grupos
políticos, pero se piden dos terceras partes para aprobar las leyes de
educación, lo que obliga a los dos grandes grupos a pactar y eso da una
estabilidad enorme".
Como nos explica Petja Nyleänen del Instituto
Iberoamericano de Finlandia: "Tenemos una ley de educación que no se cambia completamente cada cuatro u
ocho años".
Todos los sistemas educativos de éxito se organizan
alrededor de los profesores. También en el país nórdico ésta es la pieza que le
da sentido al modelo. La formación y la organización del profesorado son
diferentes. En primer lugar "para
ser maestro en Finlandia la nota de corte en la Universidad es
superior a 9 sobre 10, después tienen que realizar un máster para poder optar a
la docencia" explica Melgarejo.
Y cuando acaban la carrera, ¿qué sucede? Allí cada
municipio contrata al director del centro y éste contrata a los profesores.
Cuando acaban su formación, los maestros se someten a procesos de formación
abiertos, se anuncian vacantes y se seleccionan candidatos. Cada administración
educativa es responsable de contratar a su profesorado. Melgarejo nos explica
que "allí no son funcionarios;
se les puede despedir, aunque no sea algo muy común".
El objetivo de este procedimiento no es otro que seleccionar
a aquellos profesores que estén mejor cualificados para cada puesto en
particular. Y si un profesor no realiza su trabajo de forma satisfactoria,
pueden cambiarlo por otro. "La escuela pública en Finlandia es diferente, es como si cada una fuera de gestión privada".
Los profesores son pagados con el dinero que el
Estado destina a cada colegio, que depende del número de alumnos que es capaz
de atraer. Luego, cada centro organiza su presupuesto como estime conveniente.
Con los años el salario de los maestros aumenta.
De acuerdo a los datos de la OCDE, el sueldo medio
anual en paridad de poder adquisitivo para un profesor finlandés es de 41.339
dólares más los incentivos, tanto monetarios como de reconocimiento
social y la forma en la que se premia a los buenos maestros.
En este sentido, lo que también nos diferencia es
el empeño por continuar formando a estos profesores. Los colegios finlandeses buscan motivar a sus
docentes, que están muy preocupados por mantenerse al día con los
cambios de la sociedad y de su profesión. Los profesores tienen una
"formación permanente". Esto no se consigue en un régimen de
obligación sino mediante la negociación, el diálogo y un correcto sistema de
incentivos.
Otra característica de este sistema es que la
figura del profesor es muy respetada dentro de la sociedad finlandesa. Es una
de las profesiones mejor consideradas del país y se preocupan de que continúe
siendo así.
La relación con el profesor es fundamental y
resulta muy cercana, como nos cuenta Petja Nyleänen del Instituto
Iberoamericano de Finlandia "Los profesores te dan bastante libertad, pero desde pequeño te dejan
muy claro que el estudio es para ti, no para ellos".